María, merced, misericordia y ternura de Dios, nos urge en su Magníficat al anuncio profético y servicio gozoso y desinteresado a los preferidos de Dios
Nuestra fundadora Lutgarda Mas i Mateu vivió esta exigencia en la entrega y servicio a las cautivas de su tiempo y ofreció la libertad de Cristo a quienes sufrían por la ignorancia, injusticia y otras opresiones. Fue decidida y activa a favor de la promoción de la mujer.
La Iglesia, misionera por naturaleza, toma su origen en la misión salvadora de Jesús. Nosotras, mercedarias misioneras, por la acción del Espíritu Santo, “llevamos la misión en el corazón mismo de nuestra vida consagrada” y, animadas por nuestro carisma, somos enviadas a anunciar a Jesucristo redentor. Nos mantenemos en constante disponibilidad para asumir la misión que nos confía el Instituto por mediación de la comunidad.
En nuestra misión liberadora somos enviadas a ser signos de caridad redentora, manifestando sensibilidad especial de amor, misericordia y compasión ante toda situación que esclaviza. Estamos atentas a las realidades que reclaman nuestra presencia profética en la defensa de los Derechos Humanos cuando se niega la dignidad de hijos e hijas de Dios y se impide la aceptación de la fe o se provoca su pérdida.
Las religiosas mercedarias misioneras respondemos a la llamada del Señor “Id al mundo entero”. Llevamos el anuncio del Evangelio a todos los pueblos, razas y culturas, en actitud de respeto y diálogo, reconociendo las semillas del Verbo en ellos. La misión “Ad Gentes” refuerza nuestra vida consagrada infundiendo un renovado entusiasmo, nuevas motivaciones y estimulando la fidelidad”. Desde nuestras provincias facilitaremos el envío fuera de nuestros países.